viernes, 17 de diciembre de 2010

Una peseta de galletas partidas

-¿Qué quieres? Pregunta Doña Carmen, sentada tras la dorada y repujada caja registradora.(Doña Carmen fue durante muchos años la cajera y encargada del establecimiento, nos maravillaba su tecleteo y el sonido de aquella fantástica máquina).

-Una peseta de galletas partidas.

-Lola, ponle una peseta de galletas partidas a Santos. Ordenaba Doña Carmen a una de sus dependientas.

Esta escena era muy habitual en el antiguo Comercio de Guerra(Casa Guerra) ubicado en los bajos del anterior edificio al que en la actualidad ocupa Caja España.

Era, sin duda, el comercio mejor abastecido de Cacabelos y pueblos aledaños. Surtido ampliamente de toda clase de comestibles y bebidas, hasta petróleo para las estufas se podía comprar allí.

Muchos de los productos se compraban en pequeñas porciones, pues la mayor parte de las ventas se hacían a granel. El aceite, el café, el queso... y las galletas.

Éstas venían envasadas en cajas de latón con capacidad para varios Kg. Se vendían a peso según la necesidad del consumidor. El cliente podía llevar la caja entera previo el pago en depósito del valor de la misma en vacío, pero debía devolverla en la compra siguiente si no quería volver a abonar otro envase. Debido al transporte y a la manipulación , algunas galletas se iban rompiendo, quedando en el fondo pequeños trozos de las mismas y el polvillo correspondiente. Esos restos eran “las galletas partidas”. Se vendían ya sin pesar en la báscula y a un precio muy inferior al resto de las “enteras”. La mayor o menor cantidad por una peseta, dependía de la generosidad del momento de la empleada de turno.

Los chavales creo que seríamos los más asiduos compradores de éstas. Entonces no nos importaba la buena presencia del producto, sino la cantidad. Salíamos rápidos a la calle con el cucurucho del preciado dulce para, generalmente compartido con otros, dar inmediata cuenta del mismo.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Pepe Carralero

Con motivo de su 68º aniversario se va a presentar en Salamanca un libro en el que, otros tantos poetas, rinden homenaje al pintor cacabelense.

Podéis ampliar la noticia en el siguiente enlace:
http://www.la-cronica.net/2010/12/15/vivir/lo-que-yo-pinto-es-lo-que-absorbo-de-la-vida-108071.htm

lunes, 13 de diciembre de 2010

Festividad de Santa Lucía


Hoy se celebra la festividad de Santa Lucía. La devoción y culto a esta Santa es muy antiguo. Fue martirizada un 13 de diciembre del año 303. Su madre la prometió en matrimonio a un hombre rico, pero pagano. Lucía no deseaba contraer matrimonio pues había consagrado su virginidad a mayor gloria de Dios. Convenció a su madre y repartió todas sus riquezas entre los pobres. El pretendiente rechazado denunció a Lucía , acusándola de bruja y enemiga de los dioses.

Una vez detenida, se negó a hacer ofrenda y sacrificio a los dioses. Fue acusada de magia negra y condenada a morir en la hoguera. El verdugo, al comprobar que el fuego no le hacía daño alguno, optó por atravesarle el cuello con una espada para acabar con su vida.

Es la Patrona de los ciegos y abogada de los problemas de la vista.

La Parroquia de Cacabelos celebró la festividad con una misa y la tradicional procesión alrededor de la Plaza Mayor.

Los más veteranos recordaréis la hoguera que tal día como hoy, ardía en el Campo de la Feria, actual Parque junto al río Cúa. Los días previos, incluso semanas, los chavales íbamos recogiendo toda la leña que podíamos: cajas de madera, muebles viejos y, sobre todo, las “zochas” que el Cúa iba dejando en los pedregales de sus orillas. Al oscurecer se encendía y numeroso público acudía al calor de sus brasas. No faltaba quien lo hacía con unos chorizos recién elaborados en la última matanza y los asaba en la hoguera envueltos en unas hojas de berza o de repollo.

Actualmente sólo conservamos las tradiciones de la Hoguera de San Manuel, detrás del Instituto, antiguo Campo de los Bueyes, y que se celebra del 31 de diciembre; y otra, la víspera de Reyes, precisamente en la Plaza de Santa Lucía.