miércoles, 29 de mayo de 2013

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (LIII)




                                                                                MARIA Y ANTONIO
                                                                                              

                                                                                                                   Antonio-Esteban González

...o Antonio y María, que, tanto monta. (Y aquí, podríamos recurrir al chiste tópico y típico de los años cincuenta al que se recurría cuando se decía aquello de tanto monta, monta tanto, pero no lo vamos a hacer...).
Digamos que la mujer de la foto  -tomada en una feria cualquiera, hace ochenta y tres años, y con el telón de fondo habitual de los fotógrafos de aquel entonces-  se llamaba María. María, únicamente, y no María del Carmen ni María del Pilar ni María Luisa ni María de los Ángeles ni María Rosa. Se llamaba , simplemente, María.
María tenía, en mil novecientos treinta  -fecha en la que posó con su marido Antonio-  sesenta años. (Se puede leer al dorso de la foto: "Esta fotografía fue hecha en mil novecientos treinta. Son María Fernández González y Antonio Pintor Arroyo". Y si María murió en mil novecientos cincuenta, a los ochenta años, en mil novecientos treinta tenía sesenta y Antonio, su marido, alguno más porque, en aquel entonces, estaba mal visto que la mujer tuviese más edad que el hombre).
María y Antonio tenían una hija: Manuela  -Manuela Pintor Fernández-  y regentaba una fonda frente a la carnicería de El Vasco, en un edificio propiedad de los Garrido que llegaba, desde la Calle Santa María hasta la Plaza.
María era una excelente cocinera y una mujer muy piadosa. Sus nietas aún recuerdan lo que rezaban con ella, al acabar el día: "Con los doce apóstoles me voy a la cama y con las cien mil vírgenes que los acompañan. Virgen de la Vecilla, la bendita Santa Ana, San Vicente que es mi amigo, san Miguel me pesa el alma. Estas son las cien palabras que convienen para el alma. ¡ Quién las pudiera decir cuando de esta vida me vaya...¡".
No eran cien palabras. Eran cincuenta y siete, pero no tiene importancia. Como tampoco tiene importancia irse a la cama con doce apóstoles y cien mil vírgenes. Lo importante ,en la Religión, es tener fe.
Y que no se me olvide: María y Antonio eran los papás de Manuela que casó con Manuel Quindós. (Manuela y Manuel son los padres de Amelia, Maruja y Gelines, naturalmente, las hijas de Quindós).
La foto es de ayer mismo..

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