jueves, 17 de abril de 2014

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (XCIX)





POR PASCUA FLORIDA, PONGA CABRITO EN SU MESA...
 Antonio Esteban González

Ahora que es tiempo de recuerdos  -y habrá un tiempo en que no sea tiempo de recuerdos sino de añoranzas-  volvamos la vista, en este blog, a un día de Pascua  de un año cualquiera y en donde ya no están muchos de los que estaban como don Antonio del Valle, el gobernador, a la derecha de Manolo el Alcalde  -Manolo, alcalde por antonomasia en Cacabelos y sin discusiones- o Mero y Juanín, los “Carteros” o los componentes de la Banda del Regimiento de San Quintín que con paso uniforme y sin partitura  acompañaban a las autoridades.
También está la “rubia” de Manolo, el de Arganza, aunque, tal vez, no sé, no era la “rubia” de Manolo y era la “rubia” del Fuco. (Las “rubias” eran unos vehículos en los que podían viajar cómodamente ocho o diez personas y, apretados, once, o sea, un equipo de fútbol).
También entre los recuerdos que pronto se difuminarán están los cartelones del cine de Litán, en la fachada de Amanda, anunciando una película de vaqueros en la que finalmente, el chico se quedaba con la chica y el malo moría de un balazo en el entrecejo y los indios, derrotados, se retiraban a las montañas a la espera de otra película en la que volverían a cazar bisontes e invocar a Manitú, que era el dios que nunca los ayudaba.
A la derecha aún no existía ningún Banco, sino el Bar de Peña en donde uno podía tomar un vino relativamente bueno o unos callos con garbanzos, picantes, para que, después del vaso de vino se tomase otro vaso de vino.
Y banderolas,   -no podían faltar las banderolas- al fondo, en la Plaza, ya que no se concebía una Fiesta Mayor, sin banderolas flameando al viento y lacias, días más tarde, mustias por la lluvia y los soles, sin farolillos a la veneciana ni bombas de gran palenque
Así era la Pascua, con sabor a cabrito, a roscón y a lechuga tierna en ensalada. (Mi primo Clodomiro Nicolás, maquinista, que siempre regresaba por la Pascua  -tenía una novia en Cacabelos con la que se carteaba-  decía a mi madre: “Tía, la ensalada, salada, poco vinagre y muy aceitada” y quizás  mi primo Clodomiro tuviera razón).
Pero, lo que decía: hoy, todo esto, son recuerdos que se irán perdiendo en la niebla difusa de los años.
 Humphrey Bogart en “Casablanca”  decía que afortunadamente siempre le quedaría París. A nosotros, afortunadamente, siempre nos quedarán las fotos de una Pascua lejana.

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