jueves, 1 de septiembre de 2016

Tú a Dartmouth y yo a Kimberley



Alba y Marcos despidiéndose ayer del Instituto


“Tú a Darmouth y yo a Kimberley” podría haber dicho Marcos a Alba. O Alba a Marcos cambiando el orden de los pronombres. La frase sería una parodia de “Tú a Boston y yo a California” (título de una comedia de la Disney e interpretada por Hayley Mills hace ya unas décadas) y serviría para comunicarse entre ellos los lugares donde ambos pasarán el próximo curso. Son dos ciudades canadienses, dos destinos para estos dos estudiantes del Instituto de Cacabelos que el pasado enero recibían la noticia de su selección para el programa de Becas de la Fundación Amancio Ortega, dueño del grupo empresarial Inditex.
Alba Fernández Rodríguez (16 años) y Marcos Martín Mateos (15) finalizaron en junio 4º de ESO y gracias a esa beca se van durante diez meses a Canadá para cursar Grado 11 (nivel equivalente a 1º de Bachillerato). La beca cubre el 100% del coste del curso: viajes, tasas, alojamiento y manutención en una familia de acogida, seguros y apoyo continuado durante el tiempo de  estancia en el país norteamericano.
Unas horas antes de iniciar esta aventura escolar se mostraban muy ilusionados, incluso con ganas de marchar, terminar cuanto antes con los preparativos del viaje y verse ya en su nuevo destino (cuando estas líneas aparezcan en la pantalla seguramente ya se encuentren volando).
Alba está deseando comenzar su nueva vida en Canadá
El pasado enero recibían la notificación de su inclusión en el programa de becas:
-El día 26 –puntualiza Marcos-. Me sentí feliz y orgulloso de mi mismo por haber logrado la plaza. Todos mis amigos me felicitaron, fue genial.
-Aún hoy hay momentos que no me lo creo. Pienso que hasta que no esté allí, no será cierto. Yo también me siento orgullosa. Continúa Alba.
Los 500 estudiantes de toda España becados tenían que  superar la nota media de 7 en 3º de ESO (un 8 en inglés), pasar prueba escrita y oral en inglés, además de una entrevista personal y cumplir los requisitos fiscales establecidos.
Son conscientes de la importancia que tendrá para sus vidas esta experiencia. No sólo por el aprendizaje del idioma, sino por todo el bagaje cultural y social que acumularán durante estos meses. Afirman tener pocas preocupaciones por lo que se encontrarán en Canadá. Para Alba el saber entenderse bien los primeros días con el vocabulario coloquial de la familia es su máximo recelo. Marcos siente especial temor a no lograr matricularse en las  asignaturas que ha elegido:
-En mi instituto la elección de las asignaturas se hace el primer día de clase. Si llegas y ya está la lista completa de la que quieres, quedas fuera y  tienes que elegir otra.
No es la primera vez que viajan al extranjero para perfeccionar  idiomas. Ambos han estado con el Instituto de Cacabelos en Irlanda, pero poco tiempo. Marcos suma también una pequeña estancia en París para perfeccionar el francés. Pero ahora la ausencia se va a prolongar mucho más. Vivirán con familias como unos hijos más y participarán en las actividades cotidianas de las mismas y, por supuesto, asistir a las clases de sus institutos respectivos.
Marcos dispuesto a vivir nuevas aventuras
-Hace ya unas semanas que sé cuál es mi familia de acogida, bueno dos familias –confirma Alba-. Voy a tener dos familias. La segunda tiene dos hijos un poco mayores, de 22 o 23 años.
-La mía es un matrimonio de unos 50 años. Hemos mantenido contacto y sé sus gustos. La mujer está un poco delicada de salud y no trabaja. Me han dicho que iremos de acampada. Compartiré casa con un japonés hasta febrero y después con un estudiante alemán.
Reconocen que echarán de menos a sus familias, especialmente a sus hermanos con los que mantienen una excelente relación. También los amigos estarán presentes en sus recuerdos. Marcos siente mucho no poder continuar este curso con sus estudios de alemán, él que es un apasionado de los idiomas. Alba, que participa en muchas actividades, sabe que deberán esperar casi un año para retomarlas.
No son muy conscientes de la preocupación que puedan tener sus padres; ellos, lógicamente, contemplan el mundo desde otra ventana:
-Mis padres-dice Alba- saben que me lo voy a pasar tan bien y están muy contentos.
Marcos ve a su madre más nerviosa:
-Está muy obsesionada con las medidas de seguridad. Ya le digo: no voy a una guerra.
A una guerra desde luego no vais, pero sí a ganar una valiosa batalla que marcará un antes y un después en vuestra formación.
Que tengáis toda la suerte del mundo.

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