miércoles, 4 de octubre de 2017

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CCLXXXVI)





UN PERRO LLAMADO “TREN”               

 Por Antonio Esteban González

Algún día, alguien escribirá la historia de los perros que tienen historia o sea, la Historia de los perros famosos: el perro de san Roque que no tenía rabo porque Ramón Rodríguez   -que no sé si era o no era veterinario-  se lo había cortado; la perrita “Leika” que viajó al espacio o “Rintintín”, el pastor alemán de las películas del Oeste de nuestra niñez.

Pero también habría que escribir la historia de aquellos “chuchos” que todos hemos conocido y que no fueron famosos como es el caso del perro que vemos en la foto en brazos de Nice Cela y que era un animalillo cariñoso y juguetón al que toda la familia adoraba. Desgraciadamente, como otros muchos canes, “Tren” murió atropellado que es el sino de los perros que piensan que atravesar una carretera no entraña peligro y, en realidad, no lo entrañaba porque apenas circulaban vehículos, pero, uno se cruzó en su camino y ahí terminó una vida feliz con comida diaria asegurada.

Además de “Tren” cuyo espíritu se habrá ido al Paraíso de los perros pequeñitos, vemos a dos familias: los Tormaledo y los Cela-Garrido con el añadido de Tita Garnelo y de Dativa, hermana de Luciano, que se dedicaba a dar clases de costura y con quien muchas adolescentes aprendieron a bordar.

De izquierda a derecha y de arriba abajo, Antonio Tormaledo, Nila Cela, Antonia, mujer de Tormaledo, muy sonriente, María Garrido, hija del boticario Garrido y Luciano Cela, siempre con su sombrero que apenas apeaba. Y, abajo, Nice y su perrito “Tren”, Julita Cela, Dativa con Elenita Tormaledo y Tita Garnelo, tan elegante como siempre.

Se habían dejado fotografiar en una de aquellas tardes en las que ambas familias se habían reunido para merendar como hacían habitualmente.
Seguramente Antonio Tormaledo le contaría a Luciano Cela que, para gastarle una broma al cura de Cacabelos, le regaló una nuez verde en la que, a punta de navaja, había esculpido   un fraile colgado de una horca y Luciano, por su parte, mientras las mujeres hablaban de sus cosas, le diría que él había sido galán en varias obras de teatro que los aficionados de la villa habían estrenado años atrás.

Una foto, una vez más, nostálgica, al menos para los familiares de los fotografiados que nos acerca a un ayer lejano que no volverá.

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